lunes, 20 de julio de 2009


En torno al sentido

Autor: Desiderio Blanco.

El hombre vive inmerso en el sentido, rodeado por una especie de “placenta semiótica”, en la cual “respiramos nos vemos y somos”. Es indudable que en el proceso milenario de humanización, el hombre fue entrando lentamente en el mundo del sentido, pues una creación espontánea ni siquiera es pensable. No obstante, Cl.Levi- Strauss postula lo contrario.
El sentido es ante todo una dirección. Y así, hablamos de una avenida de doble sentido, de una calle de un solo sentido, del sentido de la vida.
Por otra parte, el sentido es la “materia amorfa” que el discurso organiza para hacerlo inteligible.
El sentido y significación no son la misma cosa. La significación surge siempre de la relación que el discurso establece entre el plano de la expresión y el plano del contenido, relación que genera la función semiótica o semiosis. La significación está siempre articulada; el sentido está simplemente orientado.
La primera operación semiótica es la de la percepción. Percibir una cosa es, ante todo, percibir una presencia, antes incluso de reconocer su figura o su color.
La instancia que se encarga de realizar esas operaciones elementales es el cuerpo propio, definido por J.Fontanille como la forma significante de una experiencia sensible de la presencia. Con sus desplazamientos, determina una brecha por el campo de presencia, en el que se halla instalada. Con sus desplazamientos, determina una brecha entre el universo interior.
La significación supone siempre un mundo de percepciones, aunque sean imaginarias, donde el cuerpo propio, al tomar posición, instalada globalmente dos macrosemióticas, cuya frontera puede desplazarse siempre. La semiosis surge, pues, del acto que reúne esas dos macrosemióticas, y eso es posible gracias a la instancia del cuerpo propio del sujeto de la percepción.
Para llegar a su plena articulación, la significación sigue un recorrido inmanente a lo largo del discurso. Ese recorrido hipotético-deductivo es meramente teórico, y nada tiene que ver con el proceso psíquico que tiene lugar en mentes del autor y del lector, oyente o espectador.
La instancia de discurso designa “el conjunto de operaciones, de operadores y parámetros que organizan y controlan el discurso. El acto es primero, y los componentes de la instancia son segundos, puesto que emergen del acto mismo.
El principio de los sistemas semi- simbólicos fue establecido por Cl. Lévi Strauss cuando planteó la fórmula del mito: la oposición entre dos figuras fue puesta en relación con la oposición entre dos funciones, esta fórmula fue recogida por A. J. Greimas.
Un conjunto de elementos puede ser puesto en relación con varios otros elementos puede ser puesto en relación con varios otros elementos, cambiará la forma de cada nueva asociación, y en consecuencia, cambiará de sentido.
La coexistencia de diferentes isotopías en una misma zona del discurso supone que todas ellas están afectadas por grados de presencia diferentes.
El conocimiento de la manera en que se produce el sentido nos permite poner al descubierto, en este último caso de articulación retórica, las operaciones de asunción y de despliegue, así como el modo de existencia atribuido a las isotopías.
La praxis enunciativa valoriza de manera diferente los mismos objetos neutros, proponiendo de ese modo axiologías distintas según las épocas, las sociedades, las culturas, los grupos y hasta los individuos.
La ideología no es una acumulación de ideas, depositadas en alguna región celeste, como la concibe generalmente la sociología: “la ideología es una gramática de producción de sentido”.
La estrategia selectiva da origen a ideologías individualistas en las que los individuos prevalecen sobre la sociedad.
La tensividad se desdobla como sabemos en intensividad y extenuidad.
Los esquemas tensivos básicos son: Esquema de la decadencia, esquema de la ampliación, Esquema de la atemación.

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